LA MIRADA DE JALAR

12.05.2011 18:47

 

 Existe un universo JALARIANO del que, como un iceberg, es probable que muchos apenas hayan contemplado o sentido y admirado aquella parte visible resaltada sobre la misma superficie donde se desarrolla el acontecer de las cosas “normales” –el pan nuestro de cada día, las elementales urgencias cotidianas…– y las acciones de hombres y mujeres que dejan sus huellas en la arena, en la piel y en el alma y, con ellas, todo cuanto podría oscilar en medio de la antinomia bondad-maldad y que, en últimas, dan cuenta de la condición humana. 

 

 

La mirada de Jesús Alberto Arbeláez Arce, Jalar, está ahí, en la superficie de su propio mundo y en la de un observador desprevenido, pero en realidad está precedida y seguida por otra mirada e intención que van más allá de la textura formal o de los acostumbrados estereotipos que tienen como fin dejar constancia de algo, atendiendo sólo a un criterio objetivo –de resultado y de apariencia– y sin ningún otro miramiento aunque alguna ignorada mente perspicaz lo vislumbre. 

 

 

 En la obra artística de Jalar existen dos conjugaciones que le imprimen su vocación universal: la profunda sensibilidad del creador, con su insondable mirada interior y la ‘carga’ imprevisible de sus subjetividades, y su mirada de ser humano que no puede soslayar la realidad cotidiana con sus componentes culturales y el pandemónium mediático en que se ha convertido esta aldea global con sus desgarramientos incesantes, sus valores perdidos o trastocados y el dolor y la injusticia campeando por doquier. Y, tras aquellas, el fondo y la forma se compenetran para mostrar, ya no sólo la punta del iceberg, sino también el bloque gigantesco que subyace, con sus elementos tangibles e intangibles, subliminales si se quiere, permeando o hiriendo los sentidos con la “sugerencia” no tan sutil o la expresión enérgica, inequívoca y sin concesiones que traduce un clamor y un anhelo universales. 

 

 

 En los retablos, representación atávica de una antigua tradición pictórica, Jesús Alberto Arbeláez Arce, Jalar, imprime con un sentido moderno su recursividad plástica, rindiendo homenaje –más que interviniendo– a la madera, en otra mágica e irrepetible fusión del hombre ‘hacedor’ y de la naturaleza propendiendo, ¡desde siempre!, hacia la eternidad. Y, en ellos, formando una serie que trasciende el icono religioso, Cristo, con su corporeidad humana y su aureola divina, recordándonos su Sacrificio y su Amor que compendian todos los valores y virtudes en los que se cifran la esperanza y la única y genuina posibilidad de un nuevo amanecer para la humanidad. 

 

 

 Resplandores, como en esta oportunidad se llama su exposición, a más de un regalo para los sentidos, es también una invitación a la reflexión, a través del juego cromático de Pitonisa, la explosión absoluta del color con su conjugación de formas poéticamente distribuidas, como en Simón, la búsqueda de libertad y trascendencia en Universo, y el dolor, la soledad y el abandono de Desarraigo en luna llena o en María de los gatos. 

 

 

 Javier Hernando Rodríguez R.